Cáncer de cérvix: la importancia de la detección temprana

El cáncer de cérvix, también conocido como cáncer de matriz o de cuello uterino, se origina a partir de un tumor maligno en la parte inferior del útero, que es la que conecta la parte superior con la vagina (vía del parto).

Como el resto de los tumores, son ocasionados a partir de mutaciones en el ADN de las células, que generan un desfasaje en los procesos que rigen su funcionamiento. Esto hace que crezcan y se diversifiquen de manera descontrolada.

Este tipo de cáncer es uno de los tres principales factores de muerte en mujeres de América Latina. Su causa principal es una infección prolongada a raíz de ciertos tipos del virus del papiloma humano (VPH), que se contagia por contacto sexual.

Los principales factores de riesgo son el tabaquismo, la multiparidad y primer embarazo a una edad temprana, la inmunosupresión, antecedentes de coinfección por enfermedad de transmisión sexual y el tipo de infección por VPH, debido al potencial oncogénico de cada subtipo.

Se estima que hasta un noventa por ciento de las infecciones por VPH se eliminan sin tratamiento durante los primeros dos años, mientras que solo aquellas que se vuelven crónicas pueden generar lesiones precancerosas que luego, si no se realiza ningún tratamiento, se conviertan en cáncer invasivo.

Si bien puede no presentar ningún síntoma, en algunos casos se detecta dolor en la pelvis o sangrado irregular. Todas las mujeres tienen riesgo de contraer cáncer de cuello uterino, aunque se presenta con mayor frecuencia en mujeres mayores de 30 años (la edad media de diagnóstico es a los 48 años aproximadamente).

El cáncer de cuello uterino tiene dos formas más frecuentes que son el carcinoma de células escamosas y el adenocarcinoma. El primero se localiza en el exocérvix (la parte externa del cuello uterino, cubierto por células escamosas) y el segundo en el endocérvix (la abertura del cuello uterino que lleva hasta el útero, y que está cubierto de células glandulares). La mayor parte de esta enfermedad se origina en las células de la zona llamada “de transformación”, que es en la que confluyen los dos tipos de células descriptas.

De acuerdo con el tamaño del tumor, su grado de propagación y las estructuras u órganos que haya invadido, el cáncer de cérvix presenta diversos estadíos que determinarán el tipo de tratamiento adecuado para la fase en que se encuentre la enfermedad.

Puede presentar un crecimiento local, con extensión directa hacia la vagina. Con menor frecuencia, puede propagarse hacia el cuerpo del útero o hacia los lados, invadiendo los ligamentos que unen el útero a las paredes de la pelvis. Incluso, si crece hacia adelante o hacia atrás, en un proceso tardío puede afectar a la vejiga o al recto.

También puede generar una diseminación linfática, a partir de la red de vasos linfáticos del útero. Cuanto mayor sea el crecimiento local del tumor, mayor será el riesgo de invasión linfática. En menores casos, puede producirse una diseminación hematógena, a través de los vasos sanguíneos, hacia el hígado, los pulmones y los huesos.

 

Desarrollo y prevención

El cáncer de cérvix no se desarrolla de un día para el otro. Puede tardar años en que las células regulares del cuello uterino se vuelvan cancerosas (se estima que, en mujeres son un sistema inmunocompetente, el progreso puede ser de 15 a 20 años, mientras que en mujeres inmunosuprimidas el tiempo se reduce a 5 o 10 años).

Por lo tanto, es importante hacerse chequeos médicos frecuentes para detectar cualquier anormalidad a tiempo para ser tratada de manera temprana. Una de las formas de diagnóstico es la prueba de Papanicolaou, por la cual el médico examina las células del cuello uterino. Asimismo, también puede realizarse un examen de VPH.

Hay lesiones precursoras que aparecen en el organismo antes del desarrollo de un cáncer de cérvix. Se trata de cambios premalignos en las células denominados neoplasia intraepitelial cervical (CIN), que consisten en la desorganización o displasia del epitelio exocervical.

Según el grado de evolución que presenten al observarlas con el microscopio se clasifican en tres grados. La primera generalmente no requiere tratamiento. La segunda presenta un engrosamiento del epitelio, suele llevar tratamiento y ocasionalmente puede desaparecer. En el caso de la CIN 3, es el tercer estadío, todo el epitelio está afectado y recibe el nombre de “carcinoma in situ”. Aproximadamente, entre un 10 a un 20 por ciento de las mujeres con lesiones CIN 3 evolucionan a cáncer invasivo.

Existen formas de prevención como la vacuna contra el VPH, el tamizaje (en mujeres de edad media) y el tratamiento de las lesiones precancerosas. Entre los tratamientos, se incluyen cirugía, radioterapia y quimioterapia, lo cual dependerá del tipo de cáncer de que se trate, de cuán pronto se lo detecte y de la extensión que haya adquirido.

 

 

Fuentes:

 

https://seom.org/info-sobre-el-cancer/cervix

© International Agency for Research on Cancer 2018. Incidencia mundial de cáncer de cérvix

https://www.cdc.gov/spanish/cancer/cervical/basic_info/index.htm

https://www.aecc.es/es/todo-sobre-cancer/tipos-cancer/cancer-cuello-uterino-cervix

https://www.paho.org/es/temas/cancer-cervicouterino

https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000893.htm

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